¿Qué es la economía circular?
La naturaleza desconoce el concepto de desecho. En un bosque, las hojas caen y se transforman en alimento para animales y plantas.
La economía circular se inspira en ese proceso al repensar nuestra forma de producción lineal (extraer – producir – desechar) para cerrar el ciclo y crear una nueva y versátil economía donde el concepto de desecho no existe, en cambio, se reincorpora en las cadenas de producción mientras se regeneran los ecosistemas.
Esto requiere una nueva relación con las cadenas de suministro, los mercados y los recursos naturales para alargar la vida útil de los productos por medio del reúso, la reparación, la remanufactura y finalmente, el reciclaje para garantizar la reincorporación de los materiales al ciclo productivo eliminando el desecho y la necesidad de materiales vírgenes.
En este flujo continuo, los desechos se convierten en un activo al convertirse en materia prima para nuevos productos con un valor igual o mayor al anterior. En un mundo ideal, los materiales entran en el ciclo productivo de forma infinita sin generar pérdidas.
Pero ¿por qué es importante que estos circulen de forma constante? Las formas de producción y consumo lineales consumen alrededor de mil millones de toneladas de recursos al año – ¡estos son finitos! – sin brindarle tiempo a la tierra para regenerarse, traduciéndose en pérdida de biodiversidad, daño a los ecosistemas y cambio climático.
Los recursos naturales son la base de la economía mundial. Gracias a estos, las empresas generan valor para accionistas y personas de interés; continuar por el mismo camino es poner en riesgo el fundamento de las economías.
La transición hacia una economía circular presenta una oportunidad única para repensar las economías globales desde lo ambiental y social, donde se preserven los recursos naturales para la supervivencia de futuras generaciones. Una transición hacia la economía circular podría liberar USD 4.5 billones del crecimiento del PIB al 2030.
¿Cómo aporta la economía circular al cambio climático?
Los gases de efecto invernadero (GEI), causantes del calentamiento global, son el resultado de una economía lineal. El Acuerdo de París, suscrito en el 2015, busca que los países firmantes se comprometan a evitar un calentamiento global por encima de 1.5 grados Celsius y cero emisiones al 2050.
El calentamiento global no es el único desafío. Al 2025, dos tercios de la población global podría sufrir de estrés hídrico. En América Latina y el Caribe (ALC), para el 2050, se prevé una escasez de agua en todos los países a excepción de Costa Rica, Panamá, Ecuador, Surinam y Uruguay. Acorde al reporte de Chatham House, las deficiencias en infraestructura impedirán el acceso a los recursos hídricos renovables.
La solución es bajar las emisiones GEI, pero una transición hacia energías renovables como lucha contra el cambio climático solo representa el 55% de las emisiones. El 45% restante proviene de la forma de producción y consumo lineal, incluyendo los sectores de construcción, agricultura y alimentos, textiles y vestuario y empaques y plásticos.
¿Cómo frenar el calentamiento global? El reporte del IPCC (2021) enfatiza que el mundo aún está a tiempo de evitar una catástrofe. Esto requiere políticas y acciones ambiciosas para la descarbonización y el compromiso de los sectores productivos y sociedad civil.
Datos de la economía circular
Según un estudio del Boston Consulting Group, la economía lineal desperdicia 92 mil millones de toneladas de recursos al año. Esto ofrece una posibilidad para rediseñar el sistema y liberar USD 4.5 billones en el crecimiento del PIB al 2030.
La población de la tierra aumentara al 2030 un 16% desde el 2015, para llegar a 8.5 mil millones de personas según las Naciones Unidas. Sin prácticas de construcción, agricultura, plásticos y empaques y vestuario sostenibles, la inequidad al acceso de estos bienes crecerá y los recursos naturales serán cada vez más escasos.
Para reflexionar: si se logrará reducir el uso de los recursos en 1% a nivel mundial, se ahorrarían anualmente unos 840 millones de toneladas de metales, combustibles fósiles, minerales y biomasa y unos 39.2 billones de litros de agua. Un ahorro de USD 80 mil millones para la economía global, acorde al Boston Consulting Group.
Moda
Greenpeace (2012) afirmó que en el 2010 se desecharon 13.1 millones de toneladas de textiles solo en Estados Unidos, el equivalente al 5,3% del total de los residuos municipales. Sin una economía circular en la industria, se generarán 57 millones de toneladas de desechos anuales, llegando a unos 17,5 kilos per cápita según el Pulse of Fashion Report 2017.
La Ellen MacArthur Foundation comenta que solo el 1% de los textiles son reciclados mientras cada segundo se desecha o incinera el equivalente a un camión de basura. En Colombia, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) identificó en el 2018 que un 53% de los textiles desechados podrían ser reusados, pero solo se aprovecha un 5%.
Los desechos textiles son un problema global. A esto se suma el uso de fibras sintéticas como el poliéster y nylon, subproductos del petróleo, y químicos, en ocasiones tóxicos para la salud humana y el medio ambiente, implementados en las fases de teñido y acabado.
Implementar una economía circular en la industria tendría no solo beneficios ambientales sino también económicos y sociales. La Ellen MacArthur Foundation estima que la industria textil-confección podría obtener beneficios económicos por USD 192 mil millones si se implementará un desarrollo sostenible a gran escala.
Alimentos y agricultura
El sector de la agricultura, silvicultura y otros usos de la tierra (AFOLU por sus siglas en inglés), es catalogado por el Banco Mundial como el segundo sector con mayores emisiones GEI a nivel global. El metano liberado en la ganadería y el uso de óxido de nitroso en los fertilizantes son parte del problema.
A esto se suma el desperdicio de alimentos durante la producción y consumo. La Ellen MacArthur Foundation estima que un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial, calculados en un billón de dólares, se desechan cada año. Estos desechos, descompuestos de forma no apropiada, incrementan las emisiones de metano del sector.
Usar prácticas de agricultura regenerativa mejoraría la salud de los suelos, la capacidad de absorción, retención de agua e incrementaría la resilencia contra las intensas lluvias y sequias, cada vez más frecuentes y fuertes debido al cambio climático.
Producir alimentos upcycled (supra-reciclados) usando como base subproductos para eliminar los desperdicios a lo largo de la cadena de valor, evitaría emisiones relacionadas con estos desperdicios y la pérdida de alimentos ricos en nutrientes.
Empaques y plásticos
El Foro Económico Mundial estima que para el 2050 habrá más plástico que peces en los océanos, siendo el mar Caribe de los más afectados. La iniciativa Mares Limpios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), identificó que a los océanos llegan 11 millones de toneladas de plástico, de estos, alrededor del 80% a través de lagos y ríos. Solo en Santiago de Chile, según cálculos del gobierno, se utilizan alrededor de 62.2 millones de bolsas al año.
Varios países de ALC han comenzado a proponer y pasar leyes para prohibir el plástico de un solo uso. En Colombia, a partir del 2030, un proyecto de Ley busca «prohibir en el territorio nacional la fabricación, importación, venta y distribución de plásticos de un solo uso». Esto exige nuevas prácticas de producción y composición de materiales para empaques.
Uruguay reglamentó que solo pueden «fabricarse o importarse las bolsas permitidas según la ley, que entre sus condiciones está las de ser biodegradables o compostables». Pero los bioplásticos representan menos del 1% de las 367 millones de toneladas de plástico producidas anualmente, según cifras de European Bioplastics.
No implementar una economía circular, no solo aumenta la polución y contaminación de fuentes de agua, se desperdician materiales que aportan a la economía. Según datos de la red Nacional de Economía Solidaria de Flujo Sustentable (Ekored) en Colombia se desperdician alrededor de COP 2 billones al año en plásticos que podrían ser reutilizados.
Construcción y ciudades
Se calcula que entre el 10 y 15% del material de construcción es desechado. La mayoría no pueden ser reusado ni reciclado debido a su alto contenido tóxico. En Alemania, la industria de la construcción es responsable de más del 50% de los desechos totales por peso.
En Latinoamérica, con una población en crecimiento y concentrada en las urbes urbanas, se requerirán más edificaciones para vivienda además de nuevas y mejores obras de infraestructura para conectar ciudades y zonas rurales.
Implementar energía solar en los edificios para la demanda de energía y calentamiento de agua reduciría las emisiones directas e innovadores desarrollos de construcción disminuirían la demanda de aires acondicionados.
La Ellen MacArthur Foundation afirma que un uso eficiente de materiales claves para el sector como cemento, acero, plástico y aluminio y una economía circular reducirían las emisiones en un 40% al 2050.
La mayoría de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC por sus siglas en inglés) definidas por los gobiernos, se beneficiarían de un incremento en la circularidad del sector construcción.
La economía circular en América Latina y el Caribe
En ALC se estableció la Coalición Regional sobre Economía Circular “con los objetivos principales de desarrollar una visión y estrategia regional común sobre economía circular con el objetivo de lograr un mayor impacto, construir la cooperación e intercambiar mejores prácticas”
La Industria 4.0 y la economía circular son esenciales en la transformación productiva en la región. Esto requiere mayor inversión en ciencia y tecnología, la cual, en promedio, solo es el 0,66 % del PIB. Países con modelos de economía circular invierten más del 2% del PIB en investigación y desarrollo (i+D).
La recuperación económica pos-COVID-19 requerirá un modelo económico centrado en el bienestar, que aumente la resiliencia y beneficie a empresas, personas y medioambiente a través de la desconexión del desarrollo socioeconómico y consumo de recursos. Un momento de oportunidad para la región.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pandemia ha incrementado en un 10 % la tasa de desempleo en la región. El número de personas en situación de pobreza pasará de 185 millones a 220 millones. La economía circular impulsa la creación de empleo y de valor añadido y el crecimiento económico, siempre y cuando este respaldada por un marco normativo e incentivos adecuados.
Chile es pionero en la elaboración de un marco institucional a favor de la economía circular. Acorde a un reporte de Chatham House, durante los conflictos sociales de 2019, observaron que, para que la economía circular sea exitosa dentro del concepto de desarrollo sostenible, se debe garantizar un modelo alienado con objetivos de desarrollo humano para reducir la desigualdad y la pobreza.
Iniciativas políticas en la región:
Beneficios de la economía circular en las empresas
La economía circular ofrece oportunidades para reducir costos de materiales, incrementar la reutilización de activos, responder a los cambios en la demanda y mejorar la interacción entre empresas y cadenas de suministro al mejorar el acceso a recursos disponibles y evitar interrupciones que afecten la producción. Las empresas pueden vender sus residuos como materia prima, generar ingresos adicionales y bajar el costo asociado a la disposición de basura.
Para lograrlo, repensar el diseño es clave: las empresas pueden lograr una mejor eficiencia operacional al eliminar la perdida de material, diseñar procesos de producción con un menor uso de recursos y circular de manera continua esos recursos internamente para maximizar su valor económico.
A comparación de los negocios lineales, enfocados en la venta, los negocios circulares buscan interacciones constantes con sus clientes por medio de la oferta de servicios. Estos incluyen fases de las 9Rs como reparación, reutilización o refabricación de productos, facilitando la recolección de data para mejorar la oferta y relación con el consumidor.
El desarrollo sostenible hace parte central de las agendas corporativas de empresas multinacionales y fondos de inversión. Una transformación hacia la circularidad como transición segura hacia el desarrollo sostenible, atraería nuevas fuentes de financiación y acceso a nuevos mercados.
Una economía circular permite:
Las empresas deben prepararse para un modelo más allá de las políticas públicas actuales de reducción de emisiones GEI y adoptar estrategias y planes ambiciosos. La transición de lo lineal hacia lo circular será más rápida y necesaria de lo esperado, y los primeros en comenzar la transformación, serán los mayores beneficiarios.
Aquellos empresarios que comiencen una transición temprana liderarán los cambios en sus sectores y definirán los estándares circulares, esto les brindará grandes ventajas competitivas.
Responsabilidad extendida del productor – REP
El Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS), encontró que la generación de residuos urbanos en la región durante el 2014 alcanzó las 541.000 toneladas diarias, y estima un incremento de mínimo un 25% para el 2050. Una gestión adecuada de residuos impulsaría el uso máximo de los recursos.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) definió la REP como “un abordaje de política ambiental en el que la responsabilidad de un productor hacia un producto se extiende a la etapa posterior al consumo del ciclo de vida de un productor”. La REP incentiva el uso eficiente de recursos y promueve la economía circular.
Gobiernos de ALC han comenzado a reglamentar la responsabilidad de los productores en la disposición final de sus productos para una eficiente gestión de residuos para minimizar su impacto ambiental.
La REP busca que los residuos sean vistos como un producto o material valorizable y así, fomentar su reutilización y reciclaje, donde el productor se hace responsable de la organización, financiación y mantenimiento de la gestión de residuos de los productos producidos y/o comercializados al finalizar su vida útil.
Empresas y gobiernos deben ser conscientes de la necesidad de invertir en capacitación, investigación y desarrollo de ciencia y tecnología para una gestión correcta y óptima de residuos para un aprovechamiento máximo de los recursos.