Nuestra economía lineal no solo genera grandes cantidades de emisiones de CO2 aportando al acelerado calentamiento global, también permite la pérdida de valor. Este modelo productivo solo reintroduce hoy en la economía el 9,1% de los recursos empleados a nivel global (Circle Economy, 2021), el resto, finaliza en rellenos sanitarios, incinerado o enviado a países con regulaciones ambientales menos exigentes o inexistentes.
Al contrario de la economía lineal, la economía circular busca maximizar el uso de materiales, productos y recursos empleados en los procesos de las empresas al incentivar la reincorporación de estos en los ciclos productivos. Esto nos lleva a pensar que la eficiencia de una empresa debería, entre otros, medirse en la cantidad de residuos generados: a menor desecho mayor eficiencia.
Pero como una misma empresa no logra reincorporar la totalidad de sus residuos, estas deben pensar en una simbiosis industrial. Esta se da cuando las empresas identifican ventajas competitivas a partir del intercambio de materiales, energía, agua y subproductos para convertirlos en materia prima para otra empresa.
El World Economic Forum (WEF) define la simbiosis industrial como “el uso de una empresa o sector de recursos subutilizados de otra, con el objetivo de mantener los recursos productivos por un mayor tiempo en uso”.
Para Luis Osorio, director de proyectos de Circulatam, las empresas deben entender que cada excedente tiene un valor en el mercado si se lleva al nivel de materia prima donde su costo, además, no depende de las fluctuaciones del mercado.
La simbiosis industrial le permite a las “empresas complementarse una a la otra con valor agregado por medio del uso eficiente de materia prima, tecnología, servicios y energía” afirma SINTRA. La simbiosis también puede incluir el desarrollo conjunto de proyecto de I+D+i, infraestructura, experiencia, conocimiento, maquinaría, capacidad, logística, entre otros, enfocados en cómo disminuir los residuos, mejorar la competitividad, disminuir el impacto ambiental y aportar al Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Kalundborg, Dinamarca
El ejemplo más exitoso de simbiosis industrial comenzó en 1961 en Kalundborg, Dinamarca, con una tubería para transportar agua desde el lago Tissø hasta la refinería, reduciendo el uso de agua subterránea. Luego siguió el intercambio de vapor a alta temperatura generado por la caldera y planta de energía para ser empleado por otras empresas.
Gracias a estas colaboraciones, Kalundborg se ha desarrollado en los últimos 63 años como un modelo de simbiosis industrial con 11 empresas que comercializan entre si residuos y excedentes de energía, agua y materiales logrando, entre otros, una reducción del 80% de emisiones de CO2 desde el 2015.
Y con la conversión de la estación de energía de Asnæs de carbón a biomasa, se estima un ahorro socioeconómico de €14.1 millones y €24.2 millones en negocios.
La meta de Kalundborg es lograr un desarrollo sostenible para las empresas involucradas por medio de proyectos completamente circulares al 2025.
Enormes desafíos en América Latina
Para Osorio, las empresas en América Latina aún están concentradas en buscar eficiencias solo al interior de sus procesos, no en cómo lograrlo al exterior, “ven los excedentes como basura y no como oportunidades de negocio para fortalecer procesos productivos y generar nuevas fuentes de valor”.
Lograr el éxito de Kalundborg requiere inversión, nuevas prácticas en los procesos productivos como la separación y caracterización correcta de excedentes y residuos de materiales y recursos, nuevas tecnologías, infraestructuras y, sobre todo, mayor confianza, transparencia y comunicación entre las empresas con una visión colaborativa a largo plazo.
El Manual Simbiosis Industrial para México expone tres elementos necesarios para lograr una simbiosis industrial: 1) una visión general y sistemática en donde las empresas intercambian recursos, 2) una red dinámica de entidades y compañías y 3) un enfoque hacia el desarrollo sostenible (sostenibilidad ambiental, social y económica), donde, además, se involucre a las comunidades.
Aclima enfatiza la importancia y necesidad de “conocer en profundidad el entorno industrial de un lugar y considerar la gestión de los recursos con un enfoque intersectorial”, y SINTRA, afirma que los “negocios basados alrededor de una simbiosis industrial proveen mayor valor agregado al usar menos recursos naturales comparado con una cadena de valor industrial tradicional.”
Desde una perspectiva ambiental, para el Centro de Investigación de Demanda de Soluciones Energéticas de la Universidad de Oxford, lograr una mayor eficiencia de los recursos es la mayor oportunidad para mitigar el cambio climático. Mientras el WEF observa que la simbiosis industrial incentiva a diversificar los sectores industriales: “el 80% de la simbiosis industrial toma lugar fuera de su propio sector, con la única excepción del sector construcción con un 50%.”
Al igual que la economía circular, inspirada en el funcionamiento de la naturaleza, donde nada es desecho sino alimento, la simbiosis industrial debe funcionar como un ecosistema natural: “cuanto más diverso es el ecosistema, más rico es y más se desarrolla” se lee en el Manual Simbiosis Industrial.
Para el WEF, la simbiosis industrial permite reducir costos al aprovechar materiales que anteriormente eran desechados para obtener mayor rentabilidad por medio del reciclaje y la reutilización, crear nuevos puestos de trabajo, facilitar la gestión conjunta de espacios, permitir ampliar las cadenas de suministro y atraer nuevas empresas e incentivar la creación de estrategias de desarrollo conjuntas.
Pero una simbiosis industrial también exige una planificación territorial en consenso con entidades (públicas y privadas, regionales y locales), empresas y comunidades para permitir y facilitar la valorización, transporte e intercambio comercial de recursos.
Para Luis, las instituciones (publico-privadas) deben apostarle a cambiar el estato quo de las industrias, ya que una simbiosis industrial exitosa tendrá un impacto directo sobre el territorio. Son estas, continua el experto, quienes deben apoyar con la financiación de estos proyectos al estos necesitar nuevos procesos e inversiones acompañadas de vehículos financieros que ayuden a minimizar la incertidumbre y riesgos generados por el desconocimiento de las empresas, y recompense a aquellos quienes le apuestan a la transición circular. En Circulatam estamos convencidos de la importancia de fomentar una simbiosis industrial multisectorial y de triple impacto.